"Aborrecía perder el tiempo en cosas que no podían cambiarse". Qué frase que me hace pensar muchísimo! Es prácticamente increíble cómo uno muchas veces se empeña tanto en modificar cosas que tanto no necesitar ser modificadas, como no es posible hacerlo.
Difícil de explicar no? Pero, ¿a quién no le ha pasado, estar con una persona y sentir que no es lo suficientemente "¿adecuada?" para los cánones que nosotros mismos imponemos a la hora de elegir a quiénes tener a nuestro lado? Puede haberte pasado con algún familiar, de sentir que no es lo que vos esperas que sea para contigo, que no es lo que se supone que "debe" ser; el trato que tienen, la forma en que te habla, o en que no te habla, muchas veces te descoloca, pero a ver las cosas como son, la familia no se elige, nos toca, y hay que valorarla por lo que es, porque por más satisfechos que estemos o no con ella, debemos aprender sí o sí a estarlo, porque es la única.
Ahora, ¿qué cuando pasamos a hablar de pareja, o amigos? Ahí la cosa cambia, muchísimo. Son personas a las que dentro de todo, somos libres de elegirlas; y cuando las elegimos, y les asignamos ese título en nuestras vidas, esperamos que lo defiendan, ¿no es así? El problema se presenta al momento de la disconformidad, cuando las cosas comienzan a no ser tan color de rosas como esperamos que sean, y es ahí cuando nos disponemos a intentar cambiar las cosas, modificar detalles, alterar aspectos de la personalidad de esa persona hasta adecuarlos a lo que queremos que sea; pero, llegado el momento, cuando nos ponemos a pensarlo, lo que estamos haciendo, ¿no es querer convertir a alguien en algo que no es? Y es allí donde comienzan las discusiones, los desacuerdos, los reproches, las inseguridades por sobre todo, al pensar ¿no me quiere lo suficiente como para ser mejor por mí?
Pero, ahora, yo pienso mirándolo desde el camino paralelo, desde la senda de al lado, ¿el que está equivocado es el que no cambia por la persona que supuestamente ama, o es quien quiere cambiar de forma casi radical a la persona que supuestamente ama? Muchas posturas pueden discurrir de esta difícil cuestión, pero a la hora de la verdad, lo que importa es qué tanto amor hay, qué tanto está dispuesto a ceder uno y qué tanto el otro, qué tanto se está dispuesto a aguantar, a luchar, a pelear por lo que se quiere. Si llegado ese momento nos encontramos en una encrucijada, en un punto muerto, en un lugar en el que ninguno quiere soltar pero tampoco aflojar, debemos darnos cuenta de que las cosas son como son, y por lo tanto hay cosas que debemos comprender que no las podemos volcar, dar vuelta, moldear y modificar en su esencia ya que ésto es lo que cada uno de nosotros tenemos adherido y tendremos de por vida, y son los rasgos más arraigados de nuestra personalidad.
Por lo tanto, a no perder tiempo innecesariamente en esencias que no se pueden modificar, sino a encontrar esos rasgos que pretendíamos cambiar en la personalidad de una persona, en la esencia de otra; de lo contrario, a saber que estamos perdiendo el tiempo. Así que a valorar lo que siempre al final quedará, que son la familia y los verdaderos amigos, los que sabemos que para nosotros valen por lo que son, con lo que nos gusta y lo que no, con sus virtudes y sus defectos, y a esperar encontrar a esa persona que para aceptarla a nuestro lado nos enamorará tal cual es, de la misma manera que lo hicieron amigos y familiares, y a no intentar buscar hacer de un chancho una bicicleta, pedir a un olmo que entregue peras, pedir al invierno que perdone un rosal, porque hay cosas que, simplemente, y por más que nos cueste reconocerlo, son imposibles.
